El conjunto albiceleste mostró poco del repertorio habitual, llegó a los penales y allí cayó con el local por 4-1 (Higuaín y Banega erraron sus respectivos remates). De esta forma, los de Sampaoli consiguieron su primer certamen continental.
Otra vez Argentina quedó a un paso de coronarse campeón. Al igual que en la final del Mundial de Brasil, la suerte tampoco estuvo de nuestro lado. Esta vez, en Chile y frente al país anfitrión, que había puesto todas sus fichas para quedarse con el certamen.
Antes de la definición, el partido fue parejo. Martino ideó un sistema similar al utilizado frente a Paraguay en semis aunque no le salió igual. Está claro que el rival también apostaba por el buen juego y fue allí, en ese enfrentamiento de esquemas, donde los trasandinos sacaron una leve ventaja a la hora de manejar la pelota.
Pese a ello, quizás las situaciones más claras fueron para el conjunto del Tata, que tuvo en los pies del ingresado Higuaín la más clara, justo cuando se terminaba el tiempo regular y se llegaba al suplementario. Pastore, Messi y los encargados de cuidar el balón sufrieron la férrea marca local, que se dedicó a cortar los circuitos rivales y, una vez recuperada la pelota, intentar preocupar con sus buenas individualidades.
Ya en los penales, con un enorme 0-0 en el marcador definitivo, Chile no falló y convirtió los cuatro que ejecutó. Argentina, en tanto, vio como Higuaín (por encima del travesaño) y Banega (un «tirito» a las manos de Bravo) desaprovecharon sus respectivos remates y permitieron que la Roja consiga su primer Copa América de la historia, justo con su gente en las tribunas y como dueños de casa.
Seguramente habrá errores por corregir, sobre todo en los partidos decisivos, pero lo cierto es que el seleccionado nacional volvió a llegar a una final, dejó una buena imagen y quedó a un pasito de quedarse con el trofeo, algo que seguramente ocurrirá en el corto plazo si se mantiene la idea de Martino.
Los penales: