Por Oscar «Huevo» Sánchez (Gentileza para LBD)
Categórica victoria de Phoenix sobre Denver en el segundo juego semifinal de Conferencia Oeste. El 123 a 98 nos lo cuenta y analiza el mejor entrenador de América y amigo Oscar Sánchez.
Esta vez no hubo rachas ni apariciones determinadas que quebraran el juego. Esto fue otra cosa. Desde el inicio hasta la finalización hubo solo un equipo en cancha: Phoenix Suns.
Sus argumentos: defensa interior a Nikola Jockic. ¿Cómo? Por delante, en principio, con asignación de DeAndre Ayton, luego rotando con Dario Saric, y el mismo Jae Crowder al quedar en cambio.
Todos lucharon posición, nadie se resignó a que reciba el MVP en el frente. ¿Qué sucedió con esto? Los Nuggets no tuvieron lectura para revertir el balón, cambiar de lado y castigar esa acción. Al ver impedido de entrada ese pase interior, lanzaban con dos problemas: rápido y sin porcentaje.
A tal punto no tuvieron la inteligencia que al minuto 5 del primer cuarto el bahameño DeAndre Ayton tenía ya dos faltas, y creo que no lo advirtieron. Además de esa ayuda en ataque apresurando los tiros, los locales defendieron muy bien el balón.
Mucho más fácil, obviamente, ya que los Nuggets tienen cada vez menos jugadores que ataquen el cesto. Juegan vertical y sin poner el balón al piso para atacar y crear faltas, si el lanzamiento es espantoso como lo fue toda la noche.
El claro ejemplo fue su estadística, 2 libres, mientras los Suns 11 y 7; 7% de efectividad en lanzamiento de tres puntos en los primeros 12 minutos.
Por su parte, los Suns, no sólo defendieron colectivamente, sino que atacaron con una ofensiva que generó espacios entre el balón y el primer receptor.
Entre ellos siempre hubo cinco metros de distancia y, a esa cualidad de generar esos espacios, los benefició el pase rápido, sin driblear en exceso, y sólo en excepción, el brillante y diferente base, Chris Paul.
Cada pick and roll lo perforó, y pasó siempre a un jugador abierto (Mikal Bridges desde el córner siempre lanzó solo), y la apertura que generó el rasta Jae Crowder, hizo que se le hiciera más difícil, con esa distribución en campo de su perímetro, llegar a la rotación defensiva.
Encima estos perimetrales complementaban su tiro con penetraciones por líneas, más las constantes continuaciones en los bloqueos directos del espigado DeAndre Ayton, que yendo solo hacia el aro, el talento de Chis Paul, le depositaba el balón en sus manos para la conversión.
La filosofía de pasarse el balón hizo que todos anoten, y que no recaiga el peso ofensivo en su máximo artillero, Devin Booker, que nunca desesperó, y siempre esperó sus momentos.
Demasiada diferencia en juego y también en el puesto del base. Anoche Facundo fue intrascendente, tanto atrás como adelante. ¿Motivos? Conociendo sus cualidades, para mí se equivoca, su entrenador.
La energía del base comienza desde atrás y no sucedió anoche. A un jugador con 7/8 años más y con mucha sabiduría y conocimiento del juego, no se lo puede acompañar y dejarlo llegar caminando en un cuarto de campo.
La presión en la primera franja debe ser, además de beneficiosa para desgastarlo, motivante para «Facu» y, obviamente, atacar con mayor agresividad y control del mismo. Nada de eso tuvo anoche el base argentino. Obvio que nadie se salvó.
Son noches que, quizás perder por 60 o por 1, es igual en play off. Lo que preocupa es la interpretación equivocada del planteo táctico en ataque.
Cuando un equipo tiene más chances y es más completo que vos en puntos en las manos de sus jugadores, la bola no hay que entregarla asiduamente, y mucho más de visita, porque más chances tienen para anotar.
Esperemos un cambio drástico de nivel de juego, para poder estar en partido y, con paciencia y muchos más argumentos,tratar de igualar la serie.