Por Martín Tinka Velasco (Corresponsal LBD en Córdoba)
Tras 12 años de ausencia, el Matador consiguió el ascenso a la máxima categoría del fútbol argentino y tuvo su merecida fiesta el sábado, en el empate 0-0 frente a Brown de Adrogué.
No fue fácil la vida Albiazul durante este último largo tiempo. Desde aquel descenso en 2004 con la fatídica promoción contra Argentinos luego de un gran campeonato pasaron muchos jugadores, dirigencias y entrenadores.
Lo que no quedó en el camino fue el amor incondicional de sus hinchas, que debieron bancarse ver al club de sus amores inmerso en la peor crisis deportiva e institucional de su historia pero ahí estuvieron, siempre acompañando pese a las malas. Igual que el sábado en el Estadio Kempes, rebalsando las tribunas y teniendo su merecido festejo luego de tanto sufrimiento.
Allí también, por supuesto, estuvieron los verdaderos protagonistas: jugadores y cuerpo técnico. Tuvieron un recibimiento acorde al logro, con presentación de cada uno de ellos. Quienes se llevaron las mayores ovaciones fueron Pablo Guiñazú (autor del gol del ascenso), Rodrigo Burgos, Gonzalo Klusener y Frank Darío Kudelka, el artífice de este Talleres que arrasó en la B Nacional y consiguió subir del Federal A a Primera División de manera consecutiva.
El recibimiento a los campeones, visto desde la tribuna:
El partido del sábado fue anecdótico. El 0-0 le permitió al conjunto de Barrio Jardín mantener el invicto en la divisional y realzar su poderío jugando en Córdoba. Tan lejos estuvo la T de llevarse los tres puntos que su primer remate al arco fue promediando el complemento.
Cuando algo vale tanto y termina por premiar el esfuerzo que cada actor del mundo Talleres hizo para conseguir el tan ansiado ascenso a la máxima categoría no está de más recordar el gol de Guiñazú, ese que dejó sin voz y con los ojos llenos de lágrimas a todos, relatado por el Bocha Houriet:
