Federer en la Argentina (Parte II)

Por Matías Pouso (Corresponsal LBD en Tigre)

La semana del 10 al 14 de diciembre de 2012 quedará marcada en la memoria de miles de argentinos, aficionados del tenis que de alguna u otra manera pudieron acercarse al genio que nos visitó, o simplemente afortunados que por trabajo o por casualidad tuvieron la dicha de encontrarse con uno de los mejores deportistas de la historia.

Resulta imposible no conmoverse con la mera presencia de Roger Federer, y me tomo la libertad de hablar en primera persona porque lo vivido estos días fue lo que me hizo reafirmar  que mi vocación periodística va más allá de lo que una carrera pueda enseñarme. Fanatismo de lado, el trajín de estas cuatro intensas jornadas fue una inyección de adrenalina tras otra, investigar y conocer cada  detalle de la agenda fue una ardua labor que con gusto pude realizar. Pero lo que realmente se pudo apreciar y lo que más nos llenó de orgullo fue el recuerdo imborrable que quedó no solo en nuestros corazones, sino también en el del suizo.

El último día de visita comenzó con un almuerzo corporativo en el que algunos afortunados pudieron compartir un momento con el máximo ganador de Grand Slams, y además otros que tuvieron aún más tuvieron  la oportunidad de tomarse una foto con él y hasta de llevarse a casa una de sus raquetas. Una vez finalizado, el auto de marca alemana que los escoltó a él y a Del Potro por toda la ciudad los llevó a cumplir uno de los sueños que el suizo había pedido que le cumplieran, conocer La Bombonera.

El barrio de La Boca fue sede una vez más de un momento histórico del deporte, sin las plateas colmadas como de costumbre, Roger salió al césped por donde suelen hacerlo los jugadores locales. Allí lo esperaba una improvisada cancha de fútbol-tenis, en la que demostró que tranquilamente podría estar jugando en la primera del Basel F.C. sino se hubiese decidido por el tenis.

Los invitados de lujo a esta cita fueron Sebastián Battaglia, que lo siguió a Roger por todos lados en estos días, Gabriel Batistuta, Rolando Schiavi, Del Potro y Adolfo Cambiaso, quien demostró ser un gran polista. Luego llegó el momento en el que todos los hinchas de River Plate fanáticos del tenis decidieron mirar hacia un costado, ya que el presidente boquense hizo entrega de las camisetas de la institución a las figuras convocantes; las de Delpo y Bati con la 9 impresa en la espalda, y la de Federer con la 10.

De vuelta en Tigre, y con la organización para los accesos apenas más aceitada que el día anterior, se gestaba otra jornada a puro tenis. En primer turno, Guillermo Vilas salió al court buscando vengarse de la paliza que le había proporcionado José Luis Clerc el día anterior, pero los 60 años del mejor tenista argentino de la historia pudieron más que su zurda mágica.

Para no herir susceptibilidades, Batata fue muy caballero y le tuvo piedad al Gran Willy, ya que con el partido igualado en cinco games, le regaló tácitamente los puntos necesarios para que el ex número dos del mundo se quedara con ese set y con el encuentro.

Luego de un breve intervalo se presentó nuevamente el show de tango protagonizado por Iñaki Urlezaga y Valeria Archimó y a continuación Cacho Castaña entonó las estrofas del himno nacional argentino. Ya todo estaba listo para que los dos titanes volvieran a sacarse chispas en el cemento verde,  y aunque el resultado haya sido más escueto que el del miércoles, hubo pasajes de tenis más lujosos y que hicieron vibrar a los 20000 espectadores que se acercaron al estadio.

El “Olé olé olé olé… Roger, Roger!!” fue el hit de la noche, y por más que él no entendiera con exactitud cada una de las palabras que acompañaran su nombre, en su rostro era notoria la felicidad que le daban esas demostraciones de cariño.

Como todo el mundo preveía, el partido lo ganó él por 6-4 y 7-6 (1), pero eso ya a nadie le importaba. Tal vez lo ideal hubiese sido que Del Potro le robara ese segundo set para verlo aunque sea un ratito más en la cancha, pero ya nada importaba porque todos nos volvimos a casa empachados de gran tenis y un gran show. No le alcanzaban las manos para saludarnos, y a nosotros no nos alcanzaban las manos para aplaudirlo. Fue todo mágico.

Ya con el tenis dejado atrás, se vino el momento para este periodista de conseguir uno de sus sueños, la foto con el ídolo. Corridas por pasillos oscuros, mentiras piadosas a algún que otro encargado de seguridad, y actuación mediante, pude quedar a unos pocos metros de él.

Los nervios eran más grandes que ante cualquier examen o entrevista que haya tenido en mi vida y la ansiedad me daba golpes secos en el estómago. En el momento que él se acercó, su guardaespaldas personal, el famoso Ninja molió a patadas mi sueño. En un último y desesperado intento, me acerqué al hotel donde pasó estas noches, pero como lo preveía, él y toda su comitiva ya se habían marchado. Los trabajadores del establecimiento tenían orden estricta de no dar ningún detalle de su estadía, pero fue uno de ellos quien con un brillo en sus ojos y en voz muy baja me dijo estas palabras “es un grosso”.

Federer se marchó del país, la esperanza de un retorno siempre estará latente, pero a sus 31 años de vida, con una vasta trayectoria y un pasaporte plagado de sellos de migración, yo le creo cuando dice que este viaje fue el más lindo que le tocó vivir, y esta cobertura fue la que me hizo agradecerme a mí mismo por elegir ser periodista.

358 veces leída
Share this:
Share this page via Email Share this page via Stumble Upon Share this page via Digg this Share this page via Facebook Share this page via Twitter

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.