Alí, el más grande, se ha ido

Por Daniel Campos (Corresponsal LBD en Palma de Mallorca, España)

frazier-muhammed-a_1111473cMuhammad Alí el mejor boxeador de la historia nos ha dejado (leer más).  El pasado jueves fue internado de urgencia por problemas respiratorios y al día siguiente falleció en el Honor Health Scottsdale Osborn Medical Center, en Arizona.

Apenas conocida la noticia en todo el mundo, las notas de pesar y las condolencias, potenciadas por las redes sociales, se dirigieron hacia ese lugar de los Estados Unidos.

Nació el 17 de enero de 1942 en Luisville, Kentucky y fue bautizado con el nombre de un líder abolicionista sureño, Cassius Marcelius Clay. Su madre era ama de casa y su padre montaba  carteles de anuncios.

Dicen que todo comenzó con una bicicleta de color rojo que unos pandilleros le robaron y un lloroso Clay fue a la comisaria a denunciar dicho robo. Allí conoció a Joe Martín, un policía que por las noches entrenaba en un gimnasio local.

Si el futuro campeón quería darles una lección, lo primero sería aprender a pelear. Así empezó a forjarse la historia de un mito del deporte mundial, paso a paso, destacó en los torneos locales.

En el ámbito nacional alcanzó el título en el Amateur Athletic Union con 17 años, en la categoría semipesado.

Un año más tarde en 1960, en los Juegos Olímpicos de Roma, ganaría la medalla de oro. Tras su vuelta a casa pasaría al profesionalismo y en su primer combate se midió ante Tunney Hunsaker, el 29 de octubre de ese mismo año.

Tendrían que pasar cuatro largos años hasta que le llegará su oportunidad de pelear por el título de los pesos pesados, ante el titular, Sonny Liston, el 25 de febrero de 1964, en el Miami Beach Convention Hall.

Por esos días ya se le conocía como el “Labio de Luisville” por sus permanentes salidas de tono a base de hablar sin parar y además en rima burlándose de los rivales. Podríamos decir que Alí, fue un adelantado al ritmo de la calle, llamado rap.

En verso dijo que Sonny caería en ocho y así fue pero en el séptimo asalto, el campeón estaba en su rincón y saldría a combatir, arrojaría la toalla.

Liston pidió la revancha y se la concedieron, pero esta vez apenas duró un round, antes del primer minuto, Alí lo había mandado a lona y quedó plasmado en una famosa fotografía de la agencia Cordon Press  que daría la vuelta al mundo.

Años más tarde ocuparía un lugar de honor en el despacho del hombre más poderoso de la tierra, Barack Obama. Ese mismo año Cassius Clay cambio su” nombre de esclavo”, como le gustaba decir a él, por el de Muhammad Alí y se convirtió al  Islam. En 1967 en plena guerra de Vietnam, es llamado a filas, pero se niega a enrolarse.

Si bien tres años antes había sido declarado no apto, las cosas no le iban muy bien a los americanos en el sudeste asiático y hubo una reclasificación en 1965. Pero Alí se mantuvo en sus trece y adujo motivos religiosos.

Por esta razón fue condenado a cinco años de prisión en suspenso,  se le retiró la licencia de boxeador y fue desposeído del título de Campeón del Mundo.

Pero Alí apeló la sentencia y en 1970 la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, le dio la razón. Recuperó su licencia y volvió a los cuadriláteros ese mismo año.

El camino a la recuperación del título llevaría otros cuatro años de duro trabajo. En su camino se cruzaría con nuestro recordado Oscar ”Ringo” Bonavena, una fría noche de diciembre de 1970, en el Madison Square Garden de Nueva York. En ese mismo escenario, se toparía con Joe Frazier, el primer hombre en derrotarlo, en 1971.

Seguiría adelante en búsqueda de la corona, y en 1973 tras sumar diez victorias consecutivas en un combate disputado en San Diego, California, Ken Norton le endosaría la segunda derrota en su carrera. Pero Ali volvería a enfrentase al mismo púgil y tras vencerle, la ruta hacía al gloria estaba despejada.

El 30 de octubre de 1974, en Kinshasa, Zaire,  ante el entonces campeón George Foreman, un joven de 25 años que acumulaba un impresionante bagaje de 40 victorias sin conocer la derrota.

Fue en el octavo asalto cuando Alí castigó duramente a su oponente y tras conectar un derechazo a la mandíbula, Foreman, cayó y escuchó la cuenta de protección en el suelo.

Alí volvía a reinar en el Olimpo del boxeo y seguiría combatiendo hasta el final de la década de los setenta cuando un desconocido llamado León Spinks le derrotó por puntos en Las Vegas.

Volverían a verse las caras el 15 de Septiembre de 1978 en el Superdome de Nueva Orleans y allí otra vez conquistaría su corona por tercera y última vez.

El 26 de junio de 1979, en Los Ángeles, anunció su retiro de la actividad, aunque volvería al año siguiente para tomar parte en dos peleas más, en las que acabó derrotado, esta vez el adiós fue definitivo. En 1984 se le detectó el mal de Parkinson y sus apariciones en público se fueron haciendo más esporádicas.

En el año 1990 ingreso en Salón Internacional de la Fama del Boxeo, junto a otros grandes del pugilato.   En 1996, durante la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Atlanta, sería el atleta encargado de encender el pebetero olímpico.

Todo un reconocimiento a un ganador de una medalla de oro, que a pesar del logro, se sintió discriminado en su tierra y en venganza arrojó su presea al rio Ohio. En 1998 fue designado mensajero de la paz por las Naciones Unidas.

A pesar de la grave enfermedad, su mente seguía lúcida y durante los juegos de Sidney se animó a decir “Ninguno de estos boxeadores me aguantaría tres asaltos”.

A lo largo de su carrera deportiva disputo 61 combates como profesional, sumando 56 victorias y 5 derrotas. Sus triunfos incluyeron 37 por K.O y 19 por puntos.

Aquel artista del cuadrilátero, aquel que flotaba como una mariposa y picaba como una abeja, nos ha dejado. Desde la esquina allá en el cielo, el eterno Angelo Dundee le pedirá “ sigue bailando Muhammad, sigue bailando”.

Este viernes la ciudad de Luisville, Kentucky despedirá con honores de estado, a su hijo más famoso, el más grande de todos los tiempos, Muhammad Alí.

AliRingo

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