Por Javiet Nicolás Baroli (Corresponsal LBD en Río Gallegos)
En una final sin precedentes, agónica y de un alto nivel de emotividad, el Boca de Ibarra se quedó con una Liga Profesional que pone en lo más alto al fútbol Argentino.
Apasionante. Así se puede definir el cierre de campeonato. También, es difícil de entender y de explicar. Porque Boca, si bien es el campeón, dependió de la victoria de River para serlo. Racing, por su parte, pudo ser campeón por el empate de Independiente, y dejó pasar la oportunidad.
En los 90 minutos en la «Bombonera», el local y el «Rojo» jugaron un entretenido partido. Con circunstancias cambiantes, sobre el cierre del encuentro los de Falcioni lograron el 2 a 2 definitivo. Ese resultado privaba a Boca de depender de sí mismo. Sin embargo fue suficiente.
A pocas cuadras de allí, en Avellaneda, Racing tuvo la posibilidad más clara de los últimos años. El empate del «Xeneize» abría el cofre del tesoro soñado. Pero no pudo ser. Un penal, dudoso al igual que el anterior, le dio la chance a Galván de hacer el gol más importante de los últimos años. Sin embargo no pudo. La mala ejecución y la humanidad de Franco Armani privaron al equipo de Gago festejar un trofeo que se les escapó de las manos de manera increíble.
Así es el fútbol. Mágico e impredecible. Todos los equipos jugaron a una sola cosa, a ganar. Ese es el consuelo que encontramos ante tanta especulación.
Boca gritó campeón y se celebró mucho. Tuvo que esperar hasta el último segundo y paradojicamente, el desahogo llegó, con un gol de River. Fútbol Argentino, no lo entenderías.