Por Matías Pouso (Corresponsal LBD en CABA)
Djokovic volvió a coronarse en un Grand Slam luego de 770 días tras vencer al sudafricano Kevin Anderson en la final del tradicional torneo de Wimbledon. El serbio se impuso por 6-2, 6-2 y 7-6(3) para levantar su cuarto trofeo en la Catedral del tenis mundial.
Novak Djokovic está de vuelta, el tenista que desde 2005 fue el tercero en discordia entre Roger Federer y Rafael Nadal volvió a ganar el domingo pasado uno de los torneos más importantes del circuito después de dos años.
Repitió la gesta de 2011, 2014 y 2015, pero esta victoria ante Kevin Anderson por 6-2, 6-2 y 7-6(3) es más especial porque viene después de una larga sequía de buenos resultados y que hicieron dudar a más de uno sobre qué sería del futuro del que supo ser número 1 del mundo por 223 semanas (122 de ellas de manera consecutivas).
La sorpresa de esta victoria del serbio fue aún mayor ya que finalizado el último Roland Garros, amenazó con no jugar la gira de césped por la frustración que significó su derrota en los cuartos frente al poco conocido Marco Cecchinato.
El oriundo de Belgrado, volvió y demostró que todavía tiene nafta suficiente en el tanque para volver a meterse en la pelea en los torneos más importantes y por la cima del ranking.
Sus 13 Grandes todavía están lejos de los 20 de Federer y los 17 de Nadal, pero el pupilo de Marian Vajda no parece amedrentarse por esa distancia y recoge el guante del desafío.
En la final frente a Anderson, dio una clase magistral de cómo se juegan esos partidos sin sentir la más mínima presión.
Consiguió romperle el servicio a un especialista en el primer juego del partido, el gigante sudafricano se vio claramente disminuido ante un rival que no le tuvo piedad en ningún pasaje del encuentro.
A los 18 minutos, el marcador ya se encontraba 4-1 para Djokovic. Ni en su mayor optimismo, el serbio hubiera pensado que todo sería tan fácil.
Su rival ofrecía un bajo porcentaje de primeros servicios (47%) y él aprovechaba esa falencia para hacer pesar su tan eficaz devolución.
El trámite no cambió en la segunda manga. Nole volvería a quebrar en el juego inicial y lo haría otra vez para firmar un 100% de efectividad en oportunidades de break.
Y es que el nuevo campeón de Wimbledon tenía clara la táctica: tiros bajos, que obligaran a agacharse al gigante de 2,04 metros.
Las tribunas intentaban meter al lungo nuevamente en el partido, sobre todo cuando dispuso de su primera chance para romper el servicio de Djokovic, en el octavo juego de segundo acto, pero no lo consiguieron ante la superioridad del serbio.
Se confirmaba que la verdadera final se había visto en el partido previo, cuando Nadal fue víctima del gran regreso del titán serbio.
Tras varias paridades, el tercer set se estiró hasta el tie-break, y ahí, Nole tiró toda la carne al asador y la apuesta le salió a la perfección. Set, match y torneo para Djokovic.
El título volvió a depositar a Nole en el top ten del ranking ATP luego de haber salido del mismo el 30 de octubre de la pasada temporada.
Además fue la conquista número 69 para su palmarés, 13 de ellas del Grand Slam. La siguiente gran parada llegará en el US Open, pero previamente deberá transitar la mini-gira del norte del continente americano.