Por Javier Nicolás Baroli (Corresponsal LBD en Río Gallegos)
No hay mal que dure cien años. Después de casi tres décadas, nuestra selección pudo gritar campeón. Superó a Brasil en el Maracaná por 1 a 0 con gol de Ángel Di María.
Y un día Messi pudo gritar campeón y todo un país se volvió a emocionar gracias a esta pasión inexplicable que es el fútbol. En una final que se jugó con el corazón más que con las piernas, bastó una pincelada de las pocas que tuvo el partido, tras un pelotazo de De Paul, una de las figuras de la final para Ángel Di María, que tuvo su merecida revancha, para de emboquillada, superar al arquero Brasilero.
El segundo tiempo, como era de esperar, encontró al local con la intención de buscar rápidamente el empate, sin embargo, salvo la figura de Neymar, no fue claro ni preciso a la hora de intentarlo.
Esto generó que Argentina tenga incluso en los pies de Messi, la posibilidad de aumentar el marcador. Sufriendo pero con la convicción desde el minuto cero de cortar la racha, Argentina logró su tan anhelado título internacional y volvió a sonreír.
Párrafo aparte para su entrenador, Leonel Scaloni, blanco de todas las críticas muchas veces infundadas, quien supo construir un grupo de jugadores que dió todo por alcanzar este objetivo y poder regalarle a todo un país y a Lio Messi, es que tanto sonó y que el destino y esas cosas del fútbol postergaban.
Llego el momento del desahogo, de la euforia y de las lágrimas. Argentina es Campeona de América y todos volvimos a emocionarnos.
