Por Matías Pouso (Corresponsal LBD en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires)
El escocés se quedó con su primer título de Grand Slam tras vencer en la final del Abierto de los Estados Unidos a Novak Djokovic por 7-6 (12), 7-5, 2-6, 3-6 y 6-2. Dejó atrás cuatro finales perdidas en este tipo de certamenes y escaló el tercer puesto del ranking. Por el lado de las damas, Serena Williams ganó su cuarto título en Flushing Meadows.
Lo bueno se hace desear, y con la paciencia de un monje tibetano Andy Murray pudo conseguir uno de sus mayores deseos a nivel profesional. A los 25 años, pudo despertar de la pesadilla que le significaba no haber podido vencer en ninguna de las cuatro finales de Grand Slam a las que había accedido.
Y como si fuera un capricho del destino, la quinta fue la vencida, exactamente igual que como le fue a su entrenador Ivan Lendl, quien cayó derrotado en las cuatro primeras definiciones que disputó.
Las casas de apuestas neoyorquinas pagaban un par de dólares menos por el serbio ya que su andar en esta quincena fue arrollador, apenas un set había perdido antes del partido decisivo y su condición de último campeón lo posicionaba como gran candidato al título.
Sin embargo, las ansias de Murray por sacarse esta piedra en el zapato hacían prever que gozaríamos de una final apasionante.
Y así fue, en los dos primeros sets los nervios y el viento fueron los protagonistas, durante estos parciales los finalistas se repartieron errores no forzados y quiebres por doquier.
Ya se por culpa de la ansiedad o por las fuertes ráfagas que recorrían el estadio Arthur Ashe, el trámite del partido era desprolijo y sin brillo. Fue Murray quien aprovechó un par de momentos propios de lucidez para quedarse con ambas mangas.
Pero Djokovic no llegó a donde está tirando la toalla antes de tiempo, y fue por eso que en el tercer set salió decidido a dar vuelta un encuentro que parecía ya definido en favor de su rival.
Con un soberbio juego de fondo de la cancha y una movilidad envidiable, se quedó con ese set y luego el cuarto de manera arrasadora. Los fantasmas volvían a aparecer en la cabeza del escocés que portaba el estigma británico de no poder vencer en los torneos grandes, la racha negativa constaba de casi ochenta años desde los triunfos de Fred Perry en la década del 30.
Finalmente la gloria iba a llegar para Andy en el quinto set. Rápidamente encontró un quiebre y una ventaja que no desaprovechó; arrancó 3-0 arriba, luego Nole descontó y el tanteador se puso 3-2, pero con un ímpetu que pocas veces había mostrado, el ganador del oro olímpico en Londres neutralizó a su rival y no le regaló ni un game más. Fue 6-2, fue el torneo, el tercer puesto del ranking y su ingreso definitivo al Olimpo del tenis.
El dato: hacía nueve años que cuatro jugadores diferentes no ganaban los torneos de Grand Slam. En 2003 Agassi fue campeón del Abierto de Australia, Ferrero se coronaba en Roland Garros, Federer ganaba su primer grande en Wimbledon y Roddick hacía lo propio en el Abierto de los Estados Unidos.
En la final de las damas, Serena Williams venció a la número uno del mundo Victoria Azarenka y conquistó su cuarto US Open trece años después de conseguir el primero.
La menor de las hermanas Williams sigue demostrando que ninguna rival esta a su altura y que a pesar de no figurar en la cima del ranking, es la mejor tenista de la actualidad y una de las mejores de la historia.