Por Matías Pouso (Corresponsal LBD en CABA)
Tras ceder el primer set, Stan Wawrinka tomó el control de las acciones y se impuso por 6-7 (1), 6-4, 7-5 y 6-3 ante Novak Djokovic en la final del Abierto de los Estados Unidos. El suizo ganó su tercer Grand Slam, tras sus conquistas en Roland Garros y el Abierto de Australia.
El dedo índice apuntando a su cabeza es el claro resumen de qué era lo que le hacía falta hace un par de temporadas a Stan Wawrinka para ser el gran campeón que es hoy. Tantas veces cayó, y tantas veces se levantó, tantos años vio cómo su amigo y compatriota Roger Federer se alzaba con los torneos más importantes, y ahora es el ex número 1 del mundo quien observa desde afuera las grandes hazañas de su camarada Stan.
Este domingo disputó su tercera definición de Grand Slam, y tanto en ese último duelo como en todo el torneo (y en su carrera), su nivel fue de menor a mayor. El número 3 del mundo volvió a mostrar un gran nivel, como en sus recientes victorias ante Kei Nishikori y Juan Martín del Potro y supo cómo doblegar a Djokovic, defensor del título y que venía de una semana atípica por varios retiros de sus rivales. Stan tuvo un comienzo con dudas, pero logró sobreponerse a la adversidad y tomó el control de las acciones con sus potentes golpes.
El comienzo fue todo de Djokovic. El serbio comenzó con la solidez que lo caracteriza y se aprovechó al máximo de las imprecisiones de Wawrinka, que rápidamente se vio 1-4 abajo. El número 1 del ranking tuvo todo en sus manos, con un 0-30 desde la devolución y, poco después, dos set points en el 5-2. Pero dudó y tuvo trabajo extra, aunque finalmente pudo quedarse con esa primera manga en el tie-break a pesar de la gran levantada del helvético.
Después del impasse de dominio del serbio en el desempate, el juego volvió al control de Wawrinka. El suizo apoyado en su potencia se quedó con el servicio de Nole y en el siguiente game levantó un 0-40 para ponerse 4-1 al frente. Sin embargo, despertó Djokovic y hasta tuvo tiempo para el desahogo con un gran grito tras ponerse 3-4 al recuperar el break. Finalmente Stan bancó su servicio para el 5-4 y le pasó la presión a Djokovic, que dudó de más y dejó ir el set con una derecha invertida ancha.
Los primeros tres games del tercer set fueron bien gráficos al partido. Con Djokovic desaprovechando oportunidades y Wawrinka siendo muy pragmático en su juego. El serbio no pudo cerrar cuatro puntos de quiebre entre los primeros dos games y en el medio perdió su servicio: 3-0. Con muchos idas y vueltas en el marcador, los nervios fueron en aumento y el juego pasó a ser un poco deslucido por momentos, sobre todo en el game que desencadenó para el 5-4 para Wawrinka. Y nuevamente en el momento de definición, el suizo salió mejor parado. Ganó su servicio con autoridad y quebró para el 7-5. Dedo en la sien en su ya clásico festejo en Nueva York. Y un claro mensaje en cancha.
Wawrinka tomó impulso con la ventaja y tuvo un inicio estupendo en el cuarto set. Un quiebre y un game bárbaro con el saque, con ace y tiros ganadores, para el 3-0. Encima, Djokovic comenzó a acusar los problemas físicos casi habituales en sus momentos de adversidad y se fue a la silla para tratarse con el médico por inconvenientes en sus pies.
Al regreso, 30-0 y un Nole con dificultades para correr. Pero Wawrinka pasó a ser un manojo de nervios y cedió tres oportunidades de quiebre, aunque finalmente se repuso de todas ellas; y después cerró el game con una derecha ganadora para el 4-1. Pasó el temblor. Luego, ganó con autoridad su juego de servicio (5-2) y Djokovic nuevamente aquejó dolores en aumento en su pie, solicitando una nueva atención del trainer.
No todo estaba dicho, todavía había tiempo para los nervios y la incertidumbre típicos en los momentos de cierre, con dos decisiones apresuradas y un 0-30 en el marcador, pero el servicio salió al rescate. Y después de desperdiciar un match point, con un Djokovic totalmente dolorido después de un puntazo en el que Wawrinka le hizo conocer cada sector de la cancha, Stan vio cómo la pelota del número 1 del mundo se iba larga. Brazos en alto, festejo medido y nuevo título de Grand Slam, el tercero en su cosecha tras Roland Garros y el Abierto de Australia. Stan, el suizo que (ahora) SÍ gana.
