Por Javier Nicolás Baroli (Corresponsal LBD en Río Gallegos)
La Selección Nacional se quedó con la «Finalissima» ante Italia, luego de superarla con autoridad por 3 a 0. Un título más en la era Scaloni y una ilusión que crece segundo a segundo.
Ganó, gustó y goleó. Argentina dominó en Wembley, Inglaterra a la Azzurra de principio a fin. Estarán los escépticos que intentarán minimizar esta victoria, pero créame que fue sólida y convincente. Argentina es una realidad, porque sabe a lo que juega y lo hace bien.
Resulta difícil encontrar un punto flojo o aspecto a mejorar en esta selección. La albiceleste fue regular en todas sus líneas. Un arquero que, cuando fue exigido, cumplió con solidez. Una línea de cuatro defensores firme, coordinada incluso cuando se proyectaban en ataque o ejercían presión alta. Un medio campo que funciona como una orquesta sinfónica, equilibrado, intenso por momentos y armonioso. Y una delantera que, además de sobrarle compromiso a la hora de presionar y recuperar, cuando tiene espacios, es temeraria y vertiginosa.
Argentina es un cúmulo de compromisos con una causa común. Es el fruto de un trabajo silencioso y a conciencia. Es una sumatoria de voluntades. Y en esa sintonía, alimenta y consolida el grupo, e ilusiona a todo un país.
Ayer las calles de Wembley se tiñeron de Celeste y Blanco, el amor por la selección todo lo puede y ésta selección, por momentos, parece que también.