Por Mauricio Zentner Lavori (Corresponsal LBD en Buenos Aires) /@mzldeportes/
Oliver Benítez fue el primer jugador con acento fueguino en debutar en Primera División pero en la Promoción no pudo salvar al Lobo. El pasado martes pudo tomarse revancha y anotó el segundo gol ante Instituto que terminó por decretar el retorno de Gimnasia al lugar que se merece. En diálogo exclusivo nos contó sus sensaciones.
Hace un par de años allá por 2011, sentimientos encontrados pasaron por el cuerpo del nacido en Misiones pero con infancia en Ushuaia. Oliver Benítez, el mismo que había empezado su camino en la Primera de Gimnasia y Esgrima de La Plata, era partícipe del descenso del Lobo a la B Nacional, con todo lo que eso significa en una institución de este calibre.
El martes su entrenador actual, Pedro Troglio, le otorgó la posibilidad de redimirse en Córdoba y frente a Instituto ingresando en lugar del suspendido Juan Carlos Blengio. No defraudó. En una de sus primeras intervenciones apareció por sorpresa en el sector izquierdo, desbordó y tiró un centro que despejó Chiarini. Ese fue el aviso para lo que vendría.
Tras el tanto de Pereyra que adjudicaba el ascenso, cuando corrían 44 minutos de la etapa inicial, una pelota parada desde la zona derecha superó a los jugadores que esperaban en el primer palo y en el fondo estaba el zaguero que cabeceó de forma impecable para el 2-0. Lágrimas, abrazo, euforia. Algunas de las cosas que pasaron en ese minuto inolvidable.
“La verdad que estoy muy contento. Cuando metí el gol no sabía qué hacer. Se me vinieron muchísimas cosas a la cabeza y lo primero que atiné a hacer fue festejarlo con todos los chicos y la gente de Gimnasia. Fue una linda revancha luego de aquella promoción”, comenzó diciendo el fueguino por adopción.
A lo que añadió algo más reflexivo: “Este ascenso se logró porque todo el plantel laburó para esto, para tratar de conseguir un objetivo que no pensábamos alcanzar tan rápido en una división tan difícil como ésta, donde cuesta mucho ascender. Una de las claves fue la unidad que hubo en el grupo”.
Mientras que a la hora de preguntarle por su director técnico, comentó: “Antes del partido Pedro me pedía que esté tranquilo, que me apoye en los chicos que ellos me iban a dar confianza y cuando me tocó salir, además de felicitarme, me cargaba por el calambre que me obligó a pedir el cambio”.
Por último saludó a su familia, su bebé, a toda la gente de Gimnasia y también la de Ushuaia que siempre sigue atenta todo lo que sucede. Además, aclaró su futuro próximo: “Ahora las expectativas son esperar a que termine el torneo, ver si puedo jugar alguno de los partidos que quedan y después veremos cómo sigue la cosa. Si me quedo en Gimnasia o si surge alguna posibilidad de traspaso. Volver a Primera no es cosa de todos los días, una alegría enorme”.
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